Hasta los 120 años: envejecer manteniéndose joven. Un artículo de Kol Hanisayón
El 27 de marzo de 2012 se llevó a cabo una antigua ceremonia en el palacio de Buckingham para celebrar el jubileo de diamante de la Reina de Inglaterra. Numerosas instituciones presentaron sus discursos de lealtad a la reina en agradecimiento por su servicio a la nación. Entre ellas estuvo la representación de los judíos británicos, y su entonces presidente, Vivian Wineman incluyó en su discurso el deseo tradicional para esos casos: le deseó bienestar “Hasta los ciento veinte.”
La reina se sorprendió y miró extrañada al príncipe Felipe. Ninguno de los dos había escuchado antes esa expresión. Después el príncipe preguntó qué significaba, y se lo explicamos. Ese número está establecido como el límite máximo de longevidad en Génesis 6:3 y está asociado especialmente a Moshé, sobre el cual dice la Torá:
“Moshé tenía ciento veinte años cuando murió, pero sus ojos permanecieron sin velo y su fortaleza intacta” (Deut.34: 7).
Junto con Abraham, hombre de personalidad y circunstancias muy diferentes, Moshé es el ejemplo de cómo envejecer bien. ¿Cómo se hace para envejecer y seguir siendo joven?
Entre las múltiples dimensiones del envejecimiento exitoso, Vaillant identificó a dos que son especialmente relevantes en el caso de Moshé. La primera es la que él llama generatividad, o sea, el ocuparse de la generación siguiente. En la mitad de la vida, o más adelante, cuando hemos desarrollado una carrera, una reputación y una serie de relaciones, podemos estancarnos o decidir hacer una devolución a la comunidad, a la sociedad o a la futura generación. La generatividad está marcada a menudo por la creación de nuevos proyectos, frecuentemente voluntarios, o aprender nuevas habilidades. Esto marca una capacidad de apertura y de cuidado.
Otra dimensión relevante es lo que Vaillant llama el guardián del significado. Con eso quiere referirse a la sabiduría que viene con la edad. algo que por lo general es más apreciado por las sociedades tradicionales que por las modernas o posmodernas. Los “ancianos” mencionados en el Tanaj son valorados por su experiencia. “Pregúntale a tu padre y él te dirá, a tus mayores, y ellos te lo explicarán,” Dice la Torá (Deut. 32:7). “¿No se halla la sabiduría en los mayores? ¿La larga vida no trae comprensión? “dice el libro de Job (12: 12).
Ser el guardián del significado consiste en entregar los valores del pasado al futuro. La edad trae consigo la reflexión y desapego que nos permite dar un paso atrás y no ser sometidos a la moda del momento, al estilo pasajero o a la locura de la multitud. Necesitamos esa sabiduría especialmente en una era tan acelerada como la actual donde enormes éxitos pueden ser logrados por personas aún bastante jóvenes.
Lo que es impactante del libro de Devarim, que transcurre enteramente en el último mes de la vida de Moshé, es cómo describe al anciano como un apasionado líder dedicado a la doble tarea de la generatividad y de ser el guardián del significado.
Moshé en sus últimos días dedicó su atención a la próxima generación y se embarcó en un nuevo rol. Ya no fue Moshé el libertador y legislador, sino que asumió la tarea por la cual se lo conoce tradicionalmente: Moshé Rabenu, “Moshé nuestro maestro.” Fue, de alguna manera, su mayor logro.
Les contó a los jóvenes israelitas quiénes eran, de dónde venían y cuál sería su destino. Les dio leyes dentro de su contexto social. Habló sobre la justicia, el cuidado de los pobres, la consideración con los empleados y el amor al extranjero. Estableció los fundamentos de la fe judía. Les comentó acerca del amor de Dios por sus ancestros.
Él les mostró el significado de generatividad, dejando trás de sí un legado que lo trascendió, y lo que significa ser el guardián del significado, resumiendo toda su sabiduría para reflexionar sobre el pasado y el futuro, y dándoles a los jóvenes el regalo de su larga experiencia. Como ejemplo personal de esto, les demostró lo que significa envejecer permaneciendo joven.
Sobre el final mismo del libro, leemos que a los 120 años “el ojo de Moshé permanecía sin velo y su energía natural sin disminución” (Deut. 34:7). Yo pensé que éstas eran dos simples descripciones, hasta que me di cuenta de que la primera era una explicación de la segunda. La energía de Moshé estaba intacta debido a que su ojo permanecía claro, significando que no había perdido el idealismo de su juventud, su pasión por la justicia y por las responsabilidades que trae la libertad.
Hay algo que nos moviliza al ver a Moshé, casi a los 120, mirando hacia adelante además de hacia atrás, compartiendo su sabiduría con los jóvenes, enseñándonos que mientras el cuerpo puede envejecer, el espíritu puede mantenerse joven ad mea veesrim, hasta los ciento veinte, si mantenemos nuestros ideales, devolvemos a la comunidad y compartimos nuestra sabiduría con los que nos sucederán, inspirándolos para continuar lo que nosotros no pudimos completar.
Enseñanzas y escritos del Rabino Lord Jonathan Sacks.
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