Mitos médicos: todo sobre el envejecimiento
Debido a que el envejecimiento es inevitable y, para algunas personas, aterrador, no sorprende que abunden los mitos.
Debido a que el envejecimiento es inevitable y, para algunas personas, aterrador, no sorprende que abunden los mitos.
Para un ser humano, un camino sin dirección no vale la pena transitarlo, y las inversiones (o ahorro) sin un propósito son susceptibles de ser derrochadas en placeres inmediatos.
Durante 3.500 años, los judíos han estado transmitiendo a sus hijos y al resto del mundo el mensaje más revolucionario de la historia humana.
Un nuevo libro de un renombrado experto en cerebro dice que hay algunas cosas simples que podemos hacer para prevenir el deterioro de la memoria a medida que envejecemos.
La idea de que son los hijos quienes los deben mantener viene de la creencia de los padres de que ellos invirtieron todo su dinero en darles un mejor futuro y que por eso no pudieron realizar un ahorro bien planeado para su retiro.
Una teoría sobre la evolución propone que la selección natural es un factor menos importante para las personas que han pasado sus años reproductivos, ya que las variaciones genéticas no se transmiten a la descendencia en ese momento de la vida. Ciertos tipos de tejido en las personas mayores están más influenciados por el envejecimiento y por factores ambientales que por el ADN.
No digas nada que no vayas a cumplir, y cumple todo lo que digas. Esa es la base para la integridad.
Los experimentos de Ellen Langer han demostrado que las actitudes mentales pueden revertir algunos estragos de la vejez. Ahora quiere probar ese mismo principio radical en el cáncer.
Solemos confundir el concepto de calidad de vida con el nivel de éxito que queremos alcanzar, y en ese camino perdemos el foco principal: el bienestar.
“Envejecer con gracia” implica caminar por la cuerda floja entre una sociedad obsesionada con la juventud, que nos dice que nuestro valor disminuye a medida que envejecemos, y una cultura que dice que nada es tan poco atractivo como la desesperación, el deseo ferviente de algo que no podemos tener.
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