Tomar partido es un gran error
Todos sabemos que en cada historia hay dos lados. ¿Por qué lo olvidamos tan a menudo?
Sabemos que en cada historia hay (por lo menos) dos lados. Pero siempre lo olvidamos.
Por lo general, tomamos partido por el lado que escuchamos primero (¿Por qué nos sentimos obligados a tomar partido? ¿Por qué no podemos tan sólo escuchar y ser empáticos sin tomar una posición?). Incluso si conocimos el otro lado durante muchos años, nuestra simpatía parece estar con la primera historia que nos contaron.
Esto no es cierto sólo cuando se trata de relaciones, particularmente matrimonios, sino en toda situación de conflicto.
Una mujer que hace poco se separó vino a ventilar sus quejas con nosotros. Basado en su descripción, su (futuro ex) esposo se había vuelto completamente loco, pasando de ser el amoroso y preocupado esposo que había sido durante 30 años a ser un ser humano completamente irreconocible. ¿Era algo hormonal (sí, también en los hombres)? ¿Era alguna clase de crisis de la mediana edad? Quién puede saberlo. Pero ella se ganó nuestra simpatía y nuestro horror por la historia que nos contó.
Eso duró varios meses, hasta que su esposo vino a visitarnos. Él relató una historia diferente respecto a sus constantes críticas y su perfeccionismo, su falta de afecto y apreciación, entre otras cosas.
Cuando nos detuvimos a pensar sobre estas dos personas a quienes conocemos bastante bien, pudimos ver que había definitivamente algo de verdad en lo que él decía. Ese momento de conciencia invirtió por completo todo mi análisis. No del todo, porque no revertí mi posición por completo. No digo que él tiene por completo la razón y que ella estaba del todo equivocada. Pero sí vi claramente (¡por enésima vez!) cuán importante es escuchar a ambos lados.
Me provocó tristeza ver cuán fácilmente fui engañada (una vez más). Creo que viene de un buen lugar, de una cierta empatía, preocupación y deseo de conexión y relación. Pero a pesar de eso nos conduce en la dirección equivocada. No es nuestra tarea tomar partido (a menos que seamos el juez o el jurado en una corte de justicia). No es nuestra función apoyar a una posición o a la otra. Nuestro rol es ser un amigo; escuchar con empatía y preocupación para proveer apoyo emocional y financiero cuando sea necesario. Y, si es relevante, incluso señalar el error en la conducta de nuestro amigo.
En realidad, no somos un amigo verdadero si aceptamos su versión sin ninguna restricción, sin mayor investigación o información. Quizás ellos cometen un grave error y nuestra considerada intervención puede prevenir una calamidad. Cada situación es diferente y a menudo hay muy poco que podemos hacer para cambiar las cosas. Pero aún tenemos una responsabilidad (con ellos y con nosotros) de no juzgar y no tomar partido.
Esta es otra de esas lecciones que hay que aprender constantemente. Detengámonos para recordarlo y no dejemos que nos trague el remolino emocional de la primera persona que se nos acerca. Es un equilibrio delicado, un baile sutil… Pero es la única respuesta apropiada.
Versión original: Aish Latino escrito por Emuna Braverman
Comentario (1)
Interesante comentario, pero a veces es cierta con todas sus sorpresas una de las historias. En mi caso, mi esposo sí pasó de ser un homvre y padre ejemplar, a un psicopata quien hizo mucho daño a la familia. Al principio, nadie quería creerme, porque los años de su vida ejemplat pesaban más que mis quejas y sufrimientos por el comportamiento de mi marido. Fueron años dificilies, en los cuáles su familia llegó a odiarme, sin embargo, la verdad salió o a la luz. Mi esposo padecía de esclerosis mesial bilateral y eso le provocó acciones antisociales y psicópatas además de demencia. Vivió pocos años después del diagnostico, no sin antes tener conductas delictivas para con mis hijos y conmigo. Fue muy triste, ver como dejó de ecistir su cerebro muchos años antes de morir. Despues de vivir esto, siempre recomiendo creer en las historias de denuncia.
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