¿Debemos honrar a nuestros padres incluso cuando son abusivos?
Si bien honrar a la madre y al padre es una mitzvá muy importante, la Torá también nos obliga a ser responsables de nuestro bienestar personal.
Tengo una pregunta muy sensible. Yo realmente creo en el principio de honrar a los padres. Mi padre, que en paz descanse, murió hace unos años. Era una persona abusiva, misógina y alcohólica, que engañaba a mi madre y abandonó sus obligaciones como padre. Sus últimas palabras hacia mí fueron de enojo.
Mi madre tiene problemas con el alcohol y las drogas y me trató de forma abusiva durante toda mi infancia. Durante muchos años sufrí problemas psicológicos a causa del abuso. Ahora soy una mujer casada, tengo mis propios hijos y nunca repetí los patrones de abuso que viví en mi casa. Adoro a mis hijos y siempre les di lo mejor de mí. Ellos saben que los amo y yo sé que también ellos me aman.
Mi pregunta es: ¿Cómo se honra a un padre si este tiene una enfermedad mental o continúa abusando de las drogas y el alcohol? Intenté hacer las paces en la relación con mi madre. La situación mejora durante un tiempo, pero ella siempre vuelve a su comportamiento irracional y, ocasionalmente, es abusiva y manipuladora conmigo.
Por favor, aconséjeme desde una perspectiva judía. El tema me preocupa profundamente.
El Rabino de Aish responde
Todos queremos tener padres afectuosos, cariñosos, comprensivos y pacientes. Pero la desafortunada realidad es que algunos padres son irracionales, abusivos, manipuladores e intimidantes, dejando cicatrices emocionales muy profundas que quizás no llegarán a sanar durante toda la vida.
En una situación de abuso, ¿se sigue aplicando la obligación de «honrar a tus padres»?
Para responder, vayamos a la fuente.
El mandamiento de honrar a los padres lo recibió la generación del Éxodo de Egipto. En el desierto, Dios se encargó de satisfacer directamente las necesidades de cada persona. El maná caía del cielo, un manantial portátil brindaba un suministro infinito de agua, las «nubes de gloria» proveían refugio y la ropa no se gastaba. Todo esto eran regalos de Dios. Esa generación de padres no hizo ninguna de las cosas por las que normalmente esperaríamos deber gratitud a nuestros padres.
Todavía más, los padres de esa generación les causaron mucho dolor y sufrimiento a sus hijos. Ellos hicieron el Becerro de Oro y luego, junto con los «espías», no quisieron entrar a la Tierra Prometida, lo que provocó que todo el pueblo fuera sentenciado a deambular 40 años por el desierto.
Sin embargo, fue precisamente esa generación la que estuvo en el Monte Sinaí y oyó los Diez Mandamientos: «Honra a tu padre y a tu madre…»
Esto nos enseña algo asombroso. Aunque el hecho de que te hayan cambiado los pañales, pagado por tu educación y que te trataran con amor y respeto es parte de las razones para sentir gratitud hacia tus padres, incluso ante la ausencia de todo esto, sigue quedando un motivo: ellos te dieron la vida.
Por supuesto, esto no exime a un padre de culpa por un comportamiento abusivo. De más está decir que el judaísmo prohíbe toda clase de abuso infantil. Los niños son gemas preciosas que Dios deposita en manos de los padres. Los padres abusivos dañan esas joyas y pagarán un alto precio por su negligencia.
En la práctica, si la mitzvá de honrar a los padres sigue presente incluso con padres abusivos, ¿qué debe hacer un hijo?
Mientras que, en una situación normal, el honor es algo que el hijo les «debe» a sus padres, cuando los padres son una fuerza destructiva en la vida del hijo, este ya no les debe honor. En esta situación, el hijo puede determinar los parámetros de la relación que mantendrá con sus padres para proteger su seguridad. Si bien honrar a la madre y al padre es una mitzvá muy importante, la Torá también nos obliga a ser responsables de nuestro bienestar personal. No se nos pide que arriesguemos nuestra salud física o emocional por un padre.
La mejor solución es mantener una distancia segura y evitar el contacto siempre que sea posible. Si el padre no está cerca, las interacciones y las confrontaciones dolorosas se reducirán en gran medida.
Y cuando surja la situación, puede ser útil distinguir emocionalmente entre tu padre como «dador de vida» y como un «abusador». Honrar a los padres no exige honrar la parte enferma de ellos.
El Midrash (Bereshit Rabá 39:7) registra que Abraham sólo recibió el mandamiento de emigrar a la tierra de Israel después de la muerte de su padre. Esto fue para que la gente no dijera: «¿Qué clase de hijo abandona a su padre anciano?» Sin embargo, de acuerdo con la tradición, el padre de Abraham no sólo era un idólatra, ¡sino que también fabricaba ídolos! El padre de Abraham era en esencia un malvado. A pesar de eso, podemos decir que en cierta manera el honor de Abraham hacia su padre tuvo precedencia sobre el servicio más directo a Dios.
Dios nos presenta desafíos en la vida, pero no porque intenta hacernos tropezar o complicarnos la vida, sino porque quiere que tengamos éxito y sepamos que podemos lograrlo. Los desafíos, ya sea en forma de padres abusivos u otra cosa, existen para ayudarnos a crecer y prepararnos para lo que la vida nos deparará.
El Talmud habla sobre un hombre importante a quien su madre le rasgó las ropas y le escupió el rostro, pero él mantuvo la compostura. ¿Pudo hacerlo porque era un hombre importante, o se convirtió en un hombre importante por haberse contenido?
De todos los desafíos de la vida, probablemente tener un padre abusivo es uno de los más difíciles. Por lo menos ayuda saber que cuanto mayor es la dificultad, mayor es la recompensa.
Por supuesto, todo lo que dijimos no absuelve de ninguna forma a los padres abusivos. Por el contrario, esta es un área en la que los padres tienen una responsabilidad especialmente importante. Desde la infancia, la forma en que un padre trata a su hijo crea en la consciencia del niño un paradigma sobre la forma en que Dios se relaciona con nosotros. El rol principal de un padre es comunicarle al niño: Eres amado y valorado. Eres único y especial, creativo y talentoso. Te cuidan y te protegen. Nunca estás solo».
Si un padre no es confiable y es indiferente, inconscientemente establece en la mente del niño que Dios debe ser igual. Esta es una discapacidad emocional que puede resultar difícil de superar en instancias posteriores de la vida.
Para saber más, puedes ver el Código de Ley Judía (Shulján Aruj, Ioré Deá 240). Que Dios te de fuerza, coraje y claridad.
Versión original: Aish Latino escrito por Rabino de Aish