¿Quiénes son las personas que cambiaron tu vida?
Un solo momento puede cambiar una vida. Una sonrisa. Una carta de gratitud. Un minuto cuando vemos grandeza y belleza en el otro.
Cuando Clint Pulver era un niño pequeño, no podía quedarse quieto. Constantemente daba golpecitos en la silla o en la mesa, hasta que sus compañeros se quejaban. Los maestros a menudo lo enviaban a la oficina del director por molestar en clase.
Un día, el Sr. Jensen, su maestro, le pidió que se quedara después de clase. Asustado de estar otra vez en problemas, Clint se sorprendió cuando el Sr. Jensen le preguntó: “¿Alguna vez pensaste en tocar la batería?” Su maestro sacó del cajón de su escritorio un par de baquetas y se las entregó. “Tú no eres un problema. Eres un baterista”.
Hoy, Clint Pulver es un conocido baterista, experto coach y autor. Ese momento cambió su vida porque “alguien creyó en mí y vio en mí algo que ni siquiera yo podía ver. Desde ese momento aprendí que hay una diferencia entre ser el mejor del mundo y ser el mejor para el mundo”.
Muchas personas crecieron aprendiendo a usar a las personas, amar las cosas y adorarse a sí mismos. Resulta que la fórmula para la felicidad es lo contrario: ama a las personas, usa las cosas y adora a Dios.
Todos estamos conectados
Hace poco fui a esquiar. Al caer el sol, me paré entre los álamos con sus ramas cubiertas de nieve brillando bajo el sol. Miré hacia arriba y me asombró la altura de esos árboles enormes. Me sentí acunada por su majestuosidad. Fue un momento impresionantemente hermoso.
Más tarde descubrí que esos enormes álamos no se mantienen parados por sí mismos, aunque parecen maravillas individuales. Todos están unidos en un complejo sistema de raíces entrelazadas que tienen cientos de años de existencia. Su fuerza y su crecimiento vienen de su inextricable conexión con cada uno.
Tampoco nosotros nos mantenemos de pie por nuestra propia cuenta. Necesitamos de los demás para crecer. A veces no entendemos cómo un momento que parece tan pequeño puede cambiar la vida de una persona para siempre. A menudo se trata sólo de un gesto. Un saludo. Una sonrisa. Una puerta abierta. Un par de baquetas. Todos tenemos días en los que luchamos y caemos y nos preguntamos qué traerá el día siguiente. Dependemos de una conexión entrelazada con los demás, aunque a veces sentimos que estamos parados por nuestra cuenta.
Todos estamos conectados. Mi abuela fue quien me enseñó cómo rezar y cómo enfrentar la adversidad con fe. Mi madre me dio las herramientas para escalar montañas mientras nutres a otros en el camino. Mi padre me enseñó a mantener la calma en situaciones desafiantes y cómo enseñarles a mis hijos con amor. Él también me enseñó a esquiar, a jugar al tenis, a bucear y a conducir. Mi maestra de quinto grado de primaria me alentó a escribir. Ella tomó uno de mis ensayos y me dijo que yo era la escritora más talentosa que había tenido en su clase. Ella me dijo: «Sin importar qué hagas en tu vida, asegúrate de seguir escribiendo”.
A veces podemos recordar esos momentos y raíces interconectadas que nos permitieron crecer, pero… ¿cuán a menudo les agradecemos a las personas que cambiaron nuestra vida? ¿Cuán a menudo expresamos nuestra gratitud a las personas que nos alentaron, que nos mostraron un nuevo camino, que nos ayudaron a encontrar la fe para seguir adelante cuando no sabíamos cómo lograrlo?
Sentirse agradecido es uno de los mejores predictores de la felicidad diaria; expresar esa gratitud es aún más poderoso. Imagina si cada uno escribiera una carta a la persona que más influyó en su vida. La persona que te dio las baquetas. La persona que cambió el curso de tu vida, ya sea en un solo momento o a través de cientos de momentos de amor y bondad.
Imagina si llamaras a esa persona y le leyeras la carta. En un experimento sobre la gratitud, los participantes escribieron a sus madres, sus amigos y sus maestros. Los llamaron y les dijeron lo que sentían. Gracias mamá por enseñarme a ser fuerte. Gracias papá por estar a mi lado a cada paso del camino. Gracias a mis hijos por ser un regalo tan grande para el mundo.
Un solo momento puede cambiar una vida. Una sonrisa. Una carta de gratitud. Un minuto cuando vemos grandeza y belleza en el otro. Hay una diferencia entre ser el mejor del mundo y ser el mejor para el mundo. Ser el mejor para el mundo significa fortalecer las innumerables raíces que nos conectan y nos dan la fuerza necesaria para crecer.
Versión original: Aish Latino escrito por Debbie Gutfreund