¿Qué es la plegaria y por qué rezamos?
Si asumimos que Dios es bueno, Él siempre hará lo que es mejor para nosotros. Si esto es cierto, ¿por qué necesitamos rezarle?
La plegaria es un fenómeno difundido a pesar de la aparente tendencia al secularismo que reina en el siglo XXI. Los judíos venimos rezando tres veces al día durante más de dos milenios (1); los musulmanes están obligados a rezar cinco veces al día (2); alrededor del 68% de los cristianos rezan cada día (3). Con el budismo es más difícil entenderlo, porque no queda claro si los budistas realmente rezan, pero sí practican meditación, mindfulness y concentración de forma regular (4).
El informe Pew reporta que «para muchos estadounidenses, cada día es un día de plegaria. Más de la mitad (55%) de los norteamericanos dicen que rezan cada día, de acuerdo con una encuesta del Centro Pew del 2014, mientras que el 21% dicen que rezan semanal o mensualmente, y 23% dicen que lo hacen rara vez o nunca. Incluso entre aquellos que no tienen afiliación religiosa, el 20% dicen que rezan cada día. Las mujeres (64%) tienden más que los hombres (46%) a rezar cada día. Y los norteamericanos de más de 65 años respondieron que rezan a diario más que los adultos de menos de 30 años (65% vs. 41%)»(5).
El Talmud señala que incluso un criminal reza pidiéndole a Dios ayuda para tener éxito en su crimen. «El ladrón reza a la entrada de su túnel (cuando está por entrar a una casa)»(6), y muchos rezan al encontrarse en situaciones extremas incluso si esa no es su práctica habitual. Como suelen decir: «En la trinchera no hay ateos»(7), De acuerdo con Maimónides, existe un mandamiento bíblico de rezar cada día. «Es un mandamiento positivo rezar cada día, como está escrito: ‘Servirás a Hashem tu Dios con todo tu corazón – Los Sabios dijeron: ‘¿Cuál es el servicio del corazón? La plegaria…»(8). Otros consideran que la plegaria es una bondad de Dios al escucharnos, pero sólo lo consideran obligatorio en momentos de necesidad (9).
Sin embargo, la plegaria despierta una serie de preguntas. Muchos consideran a la plegaria como una clase de queja formal ante Dios; una combinación de alabanza, queja, pedido y súplica. Si eso es cierto, la idea de que se trata de un mandamiento es muy extraña. ¿Qué padre en su sano juicio ordenaría a sus hijos quejarse? Menos aún de forma regular.
Además, responder a las quejas es una mala forma de educar. Imagina a un niño que no quiere cepillarse los dientes y se queja apasionada y elocuentemente para que sus padres le permitan dejar de cepillarse los dientes. ¿Acaso eso es una paternidad responsable? No me parece.
Asimismo, la plegaria es problemática filosóficamente. Creemos que Dios es benevolente y omnipotente: «Dios es bueno con todos y Su compasión está sobre todas Sus creaturas»(10). Nada puede detenerlo y evitar que haga lo que Él desea (11); Él es omnisciente, sabe todo (12). Por lo tanto, la plegaria no debería ser necesaria e incluso no parece ser adecuada. ¿Acaso pensamos que Dios cometió un error y que podemos informárselo para que corrija el curso de acción? ¿Creemos que podemos convencerlo para que haga otra cosa fuera de lo que Él sabe que es apropiado? ¿Le estamos informando circunstancias que Él desconoce? ¿Qué es exactamente lo que hacemos cuando rezamos?
Rav Iosef Albo, un erudito judío español del siglo XV, escribió: «Cuando se emite sobre una persona un buen decreto, sólo es decretado de acuerdo con su nivel moral actual. Asimismo, cuando se emite un mal decreto, también este es acorde al mal actual. Cuando sus niveles cambian, así también cambia el decreto, ya sea para bien o para mal. Por lo tanto, a través de la plegaria no estamos cambiando la voluntad de Dios, porque esa es exactamente Su voluntad desde un primer momento: que se cumpla el decreto sólo cuando la persona está en un nivel específico, y si su preparación o su nivel cambia, también el decreto cambia» (13).
La plegaria nos hace cambiar, y cuando cambiamos, se nos aplica el decreto Divino apropiado a ese nivel de existencia espiritual/moral.
Rav Iosef Albo explica que la plegaria es, idealmente, una experiencia transformadora (o, en las palabras de Calvino, transmutadora). Al pedirle algo a Dios, nos vemos obligados a evaluar nuestras necesidades y deseos, nuestros objetivos, y el uso o mal uso de nuestras bendiciones. Al expresar aprecio, podemos convertirnos en mejores personas, más humildes, agradecidas, menos egoístas y más felices. Al alabar a Dios, podemos evaluar nuestras obligaciones morales. Por lo tanto, la plegaria nos cambia, y cuando cambiamos, se nos aplica el decreto Divino apropiado a ese nivel de existencia espiritual/moral.
Laurie Ann Paul, profesora de filosofía y ciencias cognitivas en la universidad de Yale, señala que es difícil, si no imposible, tomar decisiones transformadoras dado que no podemos anticipar los efectos de la transformación hasta que ella ocurre. En cambio, ella sugiere sopesar el valor de convertirse en una persona diferente contra el valor de seguir siendo la misma persona. (L. A. Paul, Transformative Experience. Oxford University Press, 2014).
La tradición judía ve esto como parte del rol de los pedidos en nuestras plegarias, en donde comparamos nuestra situación en el presente con nuestro futuro potencial y nuestra situación actual con nuestros objetivos futuros.
Otro aspecto transformativo de la plegaria es el hecho de expresar gratitud de forma regular. Los psicólogos positivistas Tal Ben Shajar y Martin Sleigman han demostrado la fuerza transformadora de la gratitud: ella crea mayor optimismo y felicidad, incrementa la autoestima, disminuye el estrés y la ansiedad, y expande nuestra capacidad de perdonar. Además, expresar gratitud a Dios eleva nuestra espiritualidad y nos permite ver algo mayor que nosotros mismos.
La tradición judía ve esto como parte del rol de los pedidos en nuestras plegarias, en donde comparamos nuestra situación en el presente con nuestro futuro potencial y nuestra situación actual con nuestros objetivos futuros.
Estas ideas son aludidas en la práctica judía. El Código de la Ley Judía (14) declara que no se debe tomar un atajo a través de la sinagoga, una ley que aparentemente trata sobre el respeto de la santidad del lugar. Sin embargo, si alguien reza en una sinagoga, no sólo está permitido sino que incluso es «obligatorio salir por una puerta diferente a aquella por la cual ingresó» (15).
Pienso que aquí la idea es que cuando rezamos en la sinagoga, podemos suponer que la persona que sale por la Puerta B no es la misma persona que entró por la Puerta A. Por lo tanto, en realidad no se está tomando un atajo cruzando la sinagoga, porque la persona que parte no es la misma que había entrado antes. Aquellos que sostienen que esto es obligatorio, creen que esta es una forma de inculcarnos esta idea de la transformación que efectúa la plegaria y recordarnos que la experiencia debe cambiarnos.
La lengua hebrea también expresa esta idea. El sustantivo para plegaria es tefilá. El verbo para rezar, hitpalel, siempre tiene la forma reflexiva, es decir un verbo que es una acción que se efectúa sobre uno mismo. Rav Shimshon Rafael Hirsch explica el uso de esta forma gramatical: hitpalel, de donde deriva la palabra tefilá, originalmente implicaba emitir una opinión sobre uno mismo, juzgarse a uno mismo, o un intento interno de hacerlo. En otras palabras, un intento de lograr un juicio verdadero sobre uno mismo. Por lo tanto, esto denota dar un paso al costado de la vida activa y tratar de lograr un juicio verdadero sobre uno mismo, es decir sobre nuestro ego, nuestra relación con Dios y con el mundo, y de Dios y del mundo con uno mismo. Su intención es infundir a la mente y al corazón el poder de este juicio para que logre dirigirlos nuevamente a la vida activa, pero purificados, sublimados y fortalecidos. El procedimiento para despertar este juicio sobre uno mismo se llama tefilá. En español llamamos a la tefilá «rezo», pero esta palabra expresa de forma incompleta sólo el concepto de orar, es decir de pedir algo, que es sólo una pequeña parte de la Tefilá (16).
Te aliento a que fijes algunos momentos del día para pensar sobre lo que realmente necesitas y deseas en la vida, para agradecer por lo que ya tienes, y para contemplar tu relación con el Creador (17).
Notas:
- Maimónides, Mishné Torá, Leyes de la plegaria 1:5-6
- Quran, Sura 11:114-114, 50:39, 30:17-18
- https://www.pewresearch.org/religion/religious-landscape-study/christians/christian/frequency-of-prayer/
- Huston Smith, The World’s Religions, Harper San Francisco, 1991. pgs. 100-112
- https://www.pewresearch.org/fact-tank/2016/05/04/5-facts-about-prayer/
- Talmud de Babilonia, Brajot 63a (Ms. Ein Yaakov)
- https://en.wikipedia.org/wiki/There_are_no_atheists_in_foxholes#Origin
- Maimónides, Mishné Torá, Leyes de la plegaria 1:1
- Najmánides, Crítica del Libro de los Mandamientos de Maimónides, Mandamiento positivo 5
- Salmo 145:9; Rav Moshé Jaim Luzzatto, El camino de Dios, Sección 1, Capítulo 2, párrafo 1
- Éxodo 18:11; Maimónides, Comentario sobre Sanedrín Cap. 10, Principal 1
- Salmos 33:15; Maimónides, Comentario sobre Sanedrín Cap. 10, Principal 10
- Rav Iosef Albo, Sefer HaIkarim 4:18
- Shulján Aruj, Oraj Jaim 151:5
- Rav Eliahu Kramer, Gaón of Vilna, Biur HaGra ad loc.
- Rav Shimshon Rafael Hirsch, Joreb VI Avodá, capítulo 98
- Maimónides, Mishné Torá, Leyes de la plegaria 1:2
Versión original: Aish Latino escrito por Rav Mordejai Becher