A los 106 años, Risa es una de las sobrevivientes del Holocausto más longevas
Risa Igelfeld experimentó un terror inimaginable durante el Holocausto. Su inquebrantable actitud positiva la ha mantenido viva y fuerte durante más de un siglo.
Risa Igelfeld (de soltera Relles) nació el 1 de noviembre de 1917 en Viena, Austria. Cuando Risa era un bebé, su madre murió por la gripe española en 1918. Su padre se volvió a casar con una mujer que tenía un hijo.
«Ella era muy mala conmigo. Cuando comencé a tener mi ciclo menstrual, se lo conté. Me dio una bofetada y me dijo que yo era una mentirosa».
Desde muy pequeña, Risa se sintió atraída hacia el canto y la actuación. Ella vivía cerca de la Ópera y gastaba todo el dinero que conseguía para ir a las presentaciones.
«Hay dos cosas que me llamaron la atención cuando los nazis tomaron el poder. Una es que rompieron todas las ventanas de los negocios judíos y se llevaron a los hombres a campos de concentración. Lo segundo fue cuando caminaba por el parque y me rodearon varios soldados nazis».
Risa era una adolescente que caminaba por la calle, vestida con sus mejores galas. Estaba deslumbrante con un vestido rojo y blanco y unos zapatos haciendo juego con su vestido, rojos y blancos. Cuando cruzaba por el parque local, varios soldados nazis la detuvieron.
—¿Eres judía? —gruñeron.
—Sí, lo soy —respondió Risa con confianza.
—Vas a venir con nosotros a limpiar el cuartel general nazi.
Uno de los soldados de la SS la llevó a un costado y le dijo: «En verdad no te llevarán a limpiar el cuartel. ¿Sabes que te harán? Te atarán a una mesa y te violarán, uno tras otro. Pero puedes salvarte si aceptas tener una cita conmigo esta noche. Ven a este parque a las 8 de la noche. Pero te advierto, si no vienes iré a tu casa y te secuestraré».
Ella aceptó su propuesta, pero esa noche no se presentó. Risa le contó a su hermana y al ama de llaves toda la historia, y quiso escaparse.
Más tarde esa misma noche, el soldado nazi llegó y comenzó a golpear con fuerza la puerta de la casa.
«¡Abran!», gritó.
El ama de llaves abrió la puerta y le dijo: «¿No te da vergüenza fijar una cita con una jovencita judía?»
«El soldado salió corriendo más rápido que la luz y nunca lo volvimos a ver», explicó Risa a Aishlatino.com. «Si alguien llegaba a enterarse que estaba interesado en una joven judía, lo hubieran matado».
Risa fue a la universidad en Viena, donde podía elegir estudiar latín, francés o inglés. Dado que Risa no tenía interés en ser médica y no necesitaría el latín, eligió estudiar francés e inglés.
En ese momento no lo sabía, pero esa decisión eventualmente le salvaría la vida.
Risa comenzó a estudiar inglés en la universidad. Apenas llegaron los nazis, su profesor huyó a Inglaterra.
Más tarde él averiguó qué había pasado con Risa. Le consiguió una visa y la mandó a buscar para que fuera a Inglaterra en 1938. Posiblemente ella era su única alumna judía, y él creía que era una persona decente que merecía recibir su ayuda.
Risa escapó a Inglaterra cuando tenía 21 años, y su profesor la ayudó a encontrar trabajo como ama de llaves. La familia a la que fue asignada tenía dos niños.
«De inmediato me enamoré de los niños y comencé a ocuparme de ellos. Los bañaba, los sacaba a pasear y les cepillaba los dientes. Me convertí en su niñera y contrataron a otra persona para el trabajo sucio. Trabajé para ellos durante diez años. No eran una familia antisemita. Me aceptaron».
Durante su tiempo como niñera, Risa se convirtió en una artista popular y desarrolló una maravillosa reputación como cantante.
«Era muy celebrada, a la gente le encantaba lo que hacía. Entraba a una sala y me aplaudían con fuerza porque habían escuchado hablar de mí».
Risa actuó en 17 idiomas por toda Inglaterra y los Estados Unidos.
Mientras tanto, el padre y la madrastra de Risa también sobrevivieron a la guerra.
«Mi madrastra fue a Berlín, al cuartel general de los nazis, con un montón de dinero y dijo: ‘¡Toma! ¡Trae a mi marido de vuelta a casa!». El nazi se guardó el dinero en el bolsillo y le dijo: ‘Vete a tu casa. Tu marido regresará mañana, pero mejor que se vayan de inmediato o volveremos a deportarlo».
Una vez que se reunieron, no sabían a dónde escapar. Contrataron un barco a Chipre, pero allí no los dejaron entrar. A todos lados donde iban, no los dejaban entrar. «Terminaron en el océano Índico, en una pequeña isla donde había una enorme prisión. Sacaron a algunos prisioneros de una celda y dejaron que mi padre se quedara allí. Mi madrastra estaba en un dormitorio con otras diez mujeres y se contagió de malaria. Mis padres no podían verse en absoluto».
Ambos sobrevivieron, pero Risa sólo volvió a ver a su padre muchos años más tarde.
«Eventualmente mi padre llegó a los Estados Unidos. Fui a visitarlo, pero cuando me vio, se quedó observándome como si yo fuera un fantasma. Pensó que su primera esposa había regresado del otro mundo, porque yo me parecía mucho a mi madre. Estaba cerca de cumplir treinta años».
Una nueva vida
En 1948, cuando Risa tenía 31 años, se casó con Guershon Igelfeld y tuvieron dos hijos, David y Ruti. Conoció a Guershon de la forma más inesperada.
«La hermana de mi marido era mi amiga», explica Risa. Un lluvioso viernes por la noche, Risa fue en bicicleta a la casa de su amiga. La amiga le dijo: «Me alegro mucho de que estés acá. Estoy esperando a mi hermano que viene a pasar el fin de semana. Siempre se aburre mucho cuando viene».
Risa no sabía que ella ya tenía un invitado y le dijo: «Bueno, si ya tienes compañía me iré a casa». Pero su amiga le rogó que se quedara y ella accedió. «Era mi futuro marido, pero yo no lo sabía».
Al principio, Risa no se impresionó demasiado, porque el inglés de Guershon era muy pobre y no le gustaba cómo hablaba. Pero el domingo siguiente, él apareció inesperadamente en la puerta de Risa y le dijo: «Quiero invitarte a salir».
Dieron un paseo en bicicleta hasta Windsor. «Vimos a la familia real salir de la capilla y fue muy emocionante. Luego nos sentamos a comer un picnic que él había preparado. Había llevado un almuerzo maravilloso. Me quedé muy impresionada».
Risa y Guershon tenían mucho en común. Los padres de ambos eran empresarios. Pronto se casaron y luego se trasladaron a Los Ángeles. Estuvieron casados 52 años.
«Unos pocos años antes de fallecer, mi marido tuvo varios derrames cerebrales y ya no tenía control de su mente».
Ralph, un amigo de Guershon, los visitaba a menudo y a Guershon le encantaba cuando él llegaba. «Ralph se enamoró de mí de inmediato. Una vez, yo entré a la cocina y él me siguió y me dijo: ‘Te amo. Me haces sentir muy joven. Pero yo no rompo matrimonios. No diré ni haré nada que no sea correcto'».
«La verdad es que yo también me había enamorado de él. El cerebro de mi esposo no funcionaba. Lo cuidé en casa. Cuando falleció en el 2000, Ralph volvió a aparecer. Él también era de Viena y vivía a sólo cinco cuadras de donde yo había crecido, pero entonces no nos habíamos conocido. Descubrimos que teníamos muchas cosas en común además de que ambos éramos de Viena. Nos encantaba cantar juntos y reírnos. Viajamos por el mundo y creamos bellos recuerdos. Planeábamos visitar juntos París, pero tristemente no pudimos hacerlo porque se cayó en una escalera y murió».
Risa y Ralph compartieron su amor durante 14 años hasta que Ralph falleció en el 2014. Seis meses más tarde la hija de Risa murió de cáncer. En el 2015 también su hijo murió de forma trágica.
Aunque Risa perdió a gran parte de su familia en un breve período de tiempo, ella sigue teniendo una perspectiva de vida muy optimista.
«Puedo sentirme triste y miserable, pero en cambio elijo contar mis bendiciones».
Comenzar el día de la forma correcta
Incluso a los 106 años, Risa comienza su rutina matutina con media hora de ejercicios. Trabaja sus brazos, piernas y tronco y cada día levanta pesas. También hace todos los días ejercicio en su bicicleta fija e imagina que viaja por diversos lugares mientras pedalea. También toca el piano, todos los días una hora.
Risa ha desarrollado la actitud de aceptar lo que le pasa en la vida y buscar siempre la bendición. «Me han pasado cosas malas, pero elegí seguir viviendo y encontrar el lado soleado de la vida».
A lo largo de su vida, Risa tuvo dos profesiones principales, pero siempre mantuvo sus prioridades claras. «Fui una maestra de jardín de infantes muy reconocida y también una popular animadora, pero siempre tenía una comida caliente preparada para mi familia».
La familia siempre fue lo primordial para Risa. Ella enseñó en el JCC Westside durante 40 años. Cuando cumplió 100 años, la escuela le celebró una fiesta de cumpleaños.
En la fiesta estuvo presente el ex fiscal de Los Ángeles, Mike Feuer. En su discurso, él dijo: «Risa fue maestra de mis dos hijos. Ella no les enseñó álgebra, les enseñó a quererse a sí mismos».
Hoy en día, todo el mundo la llama Abuela Risa o Risa «Asombrosa» Igelfeld, compartiendo su calidez con sus estudiantes y con la comunidad en general.
Risa está muy preocupada por el incremento del antisemitismo en el mundo. Ella cree que el mejor enfoque para combatirlo es ser un ejemplo para el mundo. «Todo lo que podemos hacer es demostrar que somos personas decentes y que tenemos una vida limpia. Eso es lo que da éxito a los judíos, no las ridículas teorías de conspiración sobre el pueblo judío».
Un mensaje final
El mensaje final de Risa para el mundo es positivo.
«Quiero que la gente piense positivamente. Cuando piensas en positivo, no puede haber simultáneamente odio ni juicios».
Risa cree que su pensamiento positivo contribuyó a su longevidad.
«Perdí a mis dos hijos en vida. Me pregunté: ¿puedo cambiarlo? No. ¿Qué puedo hacer? Puedo contar mis bendiciones. Así que estoy ocupada contando mis bendiciones».
La semana pasada Risa estuvo en el hospital recibiendo tratamiento, pero ella se mantiene en un estado positivo. Cuando abrió la puerta estaba cantando canciones en hebreo. Risa siempre tiene una canción en sus labios, lo que mantiene la felicidad en su alma y en su corazón.
Risa pidió que terminemos con la siguiente bendición: «Mi bendición es que todos traten de pensar positivamente. Traten de dejar que su conciencia los guíe, amen con integridad y de esa manera tendrán una vida feliz».
Versión original: Aish Latino escrito por Sara Pachter