¿Acaso el judaísmo, así como la mayoría de las religiones, requiere un salto de fe?
La fe ciega no es una idea judía.
El judaísmo habla de tres niveles de creencia:
- Iedia, que es el conocimiento, o una percepción intuitiva basada en una sobreabundancia de evidencia
- Emuná, o una convicción sobre la que tienes alguna evidencia, pero careces de información completa
- Emuná tefelá, mejor traducido como mala creencia o fe ciega, que refleja un deseo de creer en algo, a pesar de no tener evidencia que lo respalde.
El objetivo es el conocimiento, y este es el resultado de toda una vida de formular preguntas, desafiar suposiciones y luchar con las ideas.
Pero tienes que comenzar de alguna parte, y eso se llama creencia. Creer es el proceso de reunir y considerar evidencia. Sin evidencia, simplemente te aferras a un clavo ardiendo. Pero incluso con evidencia, aún debes considerar las posibilidades y tratar de llegar a las mejores conclusiones en base a la información disponible. Todavía tendrás preguntas y dudas, pero esto es algo bueno. Eres intelectualmente honesto, aunque no estés completamente convencido.
Querer que algo sea verdad no lo convierte en verdadero. El judaísmo exige evidencias. Este es el primero de los Diez Mandamientos.
Lo que no es aceptable es un salto de fe, que es el producto de una ilusión. Querer que algo sea verdad no lo convierte en verdadero. El judaísmo exige evidencias.
La fuente de esta idea de hecho es el primero de los Diez Mandamientos. Los Diez Mandamientos comienzan con una declaración positiva: «Yo soy Hashem, tu Dios», lo que significa «Sabe que Dios existe». Esto es algo grande, y también es una forma inusual de expresar un mandamiento.
En vez de dar una orden, los Diez Mandamientos comienzan con un desafío: «Yo soy Dios. No lo creas porque eso te hace sentir bien, o porque tus padres o tu rabino lo dijeron. Descúbrelo por ti mismo».
En otras palabras, en el judaísmo el primer mandamiento (el cual como era de esperar se refiere a Dios), es ser una persona pensante, independiente y crítica. El judaísmo comienza y termina con el pensamiento crítico. Ya sea que hables de Dios, o literalmente de cualquier otra cosa, el primer paso es pensar por ti mismo.
No des un salto de fe ni aceptes un sistema que te parece que no tiene sentido. Formula preguntas difíciles, reúne evidencia y llega a conclusiones razonables por ti mismo.
Versión original: Aish Latino escrito por Rav Tzvi Gluckin
Comentario (1)
Yo deseo tener una religión que me lleve a hacer actos que quiten o modifiquen la tendencia a hacer actos en los que no estoy muy convencido de que son necesarios algo que me obligue a actuar para ser un hombre perfecto para mi y los demás humanos.
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