Alimenta tu cerebro
Por lo general tenemos consciencia de que lo que comemos afecta nuestra salud y que comer de forma no sana puede ponernos en riesgo de desarrollar diversas enfermedades físicas. Sin embargo, cada vez hay más investigaciones que demuestran que lo que comemos también afecta en gran medida a nuestras capacidades intelectuales y a nuestra salud emocional. Nuestra dieta afecta a los neurotransmisores en nuestro cerebro, lo cual puede impactar sobre nuestro funcionamiento cognitivo y nuestro estado de ánimo. Las dietas que incluyen mucha azúcar refinada afectan nuestra capacidad de pensar y tienden a enfocarnos en consumir todavía más alimentos con mucho contenido de azúcar. El deterioro cognitivo también se ha asociado con dietas ricas en colesterol y grasas saturadas. En contraste, las dietas ricas en frutas, vegetales, granos integrales, nueces y grasas no saturadas como omega-3, se conectan con un incremento de la salud cognitiva y emocional.
Al presentar el concepto del maná, Dios enmarca el milagro como una prueba para los hijos de Israel, para ver si van a seguir Sus leyes. Los comentaristas difieren en su entendimiento de la naturaleza de esta prueba y cuáles fueron las leyes en las que los pusieron a prueba. Rashi sugiere que la prueba era ver si seguirían las reglas específicas del maná, que incluían una restricción respecto a dejar restos o salir a recolectarlo en Shabat. El Rambán no está de acuerdo. Él considera que la prueba no era ver si seguían o no las leyes, sino si confiarían en Dios para seguirlo hacia el desierto, a pesar de que allí no había fuentes naturales para alimentarse. Jizkuni ofrece una tercera interpretación: dado que Dios les proveyó alimento gratuito desde el Cielo, que no requería mucho tiempo de preparación para poder comerlo, la prueba era ver si los hijos de Israel usarían su tiempo libre para estudiar Torá.
Elaborando sobre este último tema, Rav Shlomo Efraim Luntschitz sugiere que el maná sirvió para contrarrestar las tres grandes categorías que impiden estudiar Torá. Una es que tendemos a dedicar mucho tiempo a asegurar alimentos para consumir. Dado que los hijos de Israel estaban en medio del desierto, hubieran tenido que dedicar una cantidad excesiva de tiempo y energía sólo para encontrar comida, algo que no era necesario ahora que tenían el maná.
Un segundo impedimento es que aquellos que tienen mucha comida (o dinero) tienden a dedicar mucho tiempo para proteger e incrementar sus ahorros, lo cual disminuye la cantidad de tiempo de estudio. Por lo tanto, tenían estrictas limitaciones sobre la cantidad de maná que podían recolectar, lo que evitaba que alguien acumulara una cantidad de alimento que pudiera llegar a distraerlo.
Un tercer impedimento al estudio de la Torá es la comida misma. Al escribir en el siglo XVII, Rav Luntschitz observó que ciertos alimentos grasosos y pesados disminuían la claridad y la eficacia del pensamiento, impidiendo que la persona pudiera concentrarse adecuadamente en sus actividades intelectuales. El maná no tenía estos efectos cognitivos negativos, asegurando que los hijos de Israel tuvieran la capacidad de enfocarse en el estudio de la Torá. Por lo tanto, la prueba era si usarían su tiempo libre para profundizar en el estudio de la Torá cuando se les quitaban todos estos impedimentos.
Si bien en la actualidad no contamos con la bendición del maná, sería bueno tratar de incorporar algunas de estas lecciones a nuestras vidas. Esto incluye un amplio recordatorio respecto a seguir las leyes de Dios y confiar que Él nos proveerá. Pero también nos brinda un momento para reflexionar sobre nuestros hábitos alimenticios y cómo ellos afectan nuestra productividad espiritual en general. ¿Pasamos más tiempo del necesario comprando, preparando y consumiendo diversos alimentos que no son esenciales para nuestro bienestar? ¿Podemos ahorrar parte de ese tiempo y aprovecharlo para estudiar Torá y hacer actos de bondad? ¿Podemos dar prioridad a consumir alimentos que ayuden a mejorar nuestras capacidades cognitivas y mantenernos alejados de aquellos que nos opacan la mente y nos hacen sentir pesados y perezosos?
Quizás incluso sin el maná podemos esforzarnos por replicar los beneficios que nuestros ancestros tuvieron de este poderoso y desafiante milagro.
Versión original: Aish Latino escrito por Rav Dr. Mordejai Schiffman