El profundo poder de la gratitud y los «elogios fúnebres para los vivos»
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Transcripción al español
Tengo un deseo de muerte.
Ahora, antes que me abucheen del escenario por decir tal cosa en pandemia Lo explicaré con un historia que comenzó en clase de gimnasia en segundo grado. Fue la hora más larga y más humillante de la semana. Mi maestro de educación física, el señor Jensen, era un ex sargento de entrenamiento y yo siempre me sentía la niña más débil. En mi boletín, él marcó las casillas que correspondían debian de ser importantes para el desarrollo físico de los niños de los años 70. Exceptuando la de cualidades de liderazgo, dejó esa sin marcar. Luego, agregó una nota. Escribió: “Andrea tiene dificultades para patear pelotas”.
Mi padre, quien siempre veía los talentos por sobre los límites de las personas, le respondió al señor Jensen. Escribió: “Andrea puede tener dificultades para patear pelotas, pero usted debería verla pararse de cabeza y hacer piruetas”.
De niña, siempre fui la más pequeña en el patio, nunca atlética,elegida al final para, en efecto, patear pelotas. Busqué consuelo en el apoyo sincero de mi padre. Pero ahora, como empresaria, me doy cuenta que patear pelotas realmente me viene bien.
Como sea, en esa simple oración para un maestro de gimnasiacorto de vista “pero usted debería verla”, mi papá me mostró que enfocarse en las fortalezas más que en las debilidades se siente muy bien. Que hay otras formas de mirar el mundo y que es importante reconocer nuestros talentos.
Así que con todo ese gran karma, que mi papá había construido sobre la apreciación conmigo, parece correcto que eventualmente recibiría algún reconocimiento. Largo tiempo después en su productivo y activo retiro, su historia fue destacada en el periódico del pueblo. El artículo describían muchas formas que el había contribuido a nuestro pueblo del medio oeste. Y nos envió una copia a mis hermanos y a mí con una nota escrita de su puño. Siempre fue muy modesto, así decía él, “Bueno, es mejor a que te pronuncien un elogio fúnebre en el ataúd”.
Mi papá murió hace siete años a la edad de 96, estuvo rodeado de su familia y amigos y dos trabajadores del hospicio. Dejó este mundo a no más de medio metro de donde había llegado. Él nació y murió en la misma casa. Me gusta pensar que él murió igual a como vivió. Con sus propias condiciones.
Tuve le honor de dar el elogio funebre, y finalmente él eligió la cremación en vez del “ataúd”. Mientras miraba las cenizas de mi padre, sonreí porque, ya saben, nuestro padre amaba realmente la cerveza. Así que en vez de poner sus cenizas en una aburrida urna,las pusimos en un gran y brillante jarro cervecero.
Por lo que mis comentarios sobre el jarro cervecero fueron un tributo sincero a un magnífico ser humano. No tan inusual como suelen ser los elogios fúnebres, excepto por una sola cosa. Él ya lo había escuchado. Aquellos años antes, luego de haber recibido su nota sobre cómo recibir cumplidos mientras estás vivo es mejor que la alternativa. Le escribí una carta a mi papá. Y el tema central de la carta reflejaba un hilo común que había notado en su larga vida. El tema de construir. Nuestro padre nos había ayudado a construir tantas cosas. Emplazamiento de armas en la Segunda Guerra Mundial; un nuevo parque industrial; un pasatiempo dinámico autodidacta y luego un aclamado tallador; confianza en los demás; un matrimonio de muchas décadas; una familia, un hogar. y tuvo la oportunidad de leerlo mucho antes de morir.
Eso me hace preguntar, ¿Por qué los elogios son solo para los muertos? ¿Por qué esperamos tanto para reconocer nuestros talentos? ¿Por qué le decimos los cumplidos más verdaderos y los sentimientos más sinceros a las personas que amamos cuando ya no los pueden escuchar ni disfrutar ni deleitarse? Y ¿Cómo honramos a aquellos que nos rodean y que están vivos?
¿Qué tal si le damos la vuelta al lamento y tomamos todo ese amor y conciencia, que habitualmente expresamos luego que la gente muere, y lo hacemos mientras aún están aquí? Porque al hacerlo alivia el dolor de la muerte y el pesar de ambos, el agonizante y el doliente. Por lo que comencé una misión intencional para atestiguar a las personas que están muriendo. Como voluntaria de hospicio,estoy aprendiendo que aquellos que agonizan, quieren saber que son amados. Que los aman bien. Se lamentan por todo tipos de cosas. Por cosas que no hicieron y palabras que no dijeron. Muy dentro, quieren saber que sus vidas valieron la pena. Se sienten muy mortales. Porque lo son. Como yo. Como ustedes.
Cuando nos enteramos que un ser querido esta muriendo,enfrentamos una elección crucial. Podemos elegir no decir nada y esperar que nuestras palabras hagan honor lo sufiente a esa persona que ya no está con nosotros. O podemos dar un paso al frente y expresar nuestro amor y apreciación mientras están aquí. Y honrar a todos aquellos que nos rodean y están vivos. Llamo “Notas de Gracia” cuando honramos intencionalmente a otros. Y ya sea escritos o hablados, estamos reconociendo libremente y abiertamente los talentos y la presencia de alguien. Se muy dentro de mi que esos sentimientos disminuyen el dolor de la pérdida y aumenta su gracia. Como una nota musical de gracia, es ese embellecimiento extra que hace que algo sea aún más hermoso.Con las Notas de Gracia, les hacemos saber a nuestra familia, amigos, hijos, hasta nuestros colegas, no sólo que ellos importansino también cuánto nos importan. Y estas notas también nos ayudan a superar la ilusión, la ilusión de que siempre habrá más tiempo para hacerles saber a los demás cómo impactan en el mundo.
Entonces, ¿Qué nos aleja de “agraciarnos” de esta manera? ¿Falta de tiempo? ¿Sentirse incómodo? ¿Enojo sin resolver? Falta de perdón, quizás.
Con eso en mente, te diré algo sobre mi amiga Sandy. Durante gran parte de su vida, tuvo una relación complicada con su mamá. Durante décadas se guardó el resentimiento. Un poco era debido al alcoholismo de su madre. Pero ahora su madre estaba muriendo de cáncer. Y por más desgarrador que sea de admitir, ella, a veces, decía que quería que se muriera. Sandy yo yo fuimos a caminar poco después de que falleciera mi papá, y le dije que sentía esta sensación de libertad y ausencia de pena, y que pensaba que eraporque le había hecho esa nota antes que muriera. Entonces, Sandy decidió escribirle una nota a su mamá, e incluyó una colección de recuerdos honorables sobre cuánto amaba a su madre.
Luego me llamó y me dijo: “¿Sabes qué? Fue mágico. Me empezó a caer bien mi mamá. La perdone. Sentí compasión por ella. Mi corazón estaba más blando”.
Eso es. Cuando escribimos una Nota de Gracia, no tratas de que te publiquen en un poemario antológico. No tienes que sonar como Shakespeare. Supongo que tampoco quieres conseguir un trabajo en Hallmark. Solo quieres sonar como tú. Sólo necesitas tener voluntad de intentar. Aspiras a la verdad, a la autenticidad, al amor.Lo que he aprendido una y otra vez, es que el dolor del lamentosiempre es mayor que el desafío de escribir una Nota de Gracia. Un momento de gracia puede ser así de simple y así de profundo. Es una experiencia que toca al agonizante por siempre y a aquellos que se quedan atrás.
¿Y ahora qué? Quizás estás sentado allí pensando qué decir o cómo comenzar. Grupos empresariales y grupos de cuidados a largo plazo con los que hablo, usan lo que llamo el método Mad Libs. Quizás hayas jugado Mad Libs en la primaria. Quizás todavía sigues jugando Mad Libs. Es un juego de palabras divertido para rellenar el espacio en blanco. Así que usando un poco el estilo de Mad Libs, podemos usar fácilmente el mapa de ruta para las Notas de Gracia.
“Tu eres la única persona que conozco que…”
“Siempre me rio cuando pienso en…”
“Dejarás un legado cuando…”
En conclusión, no lo puedes hacer mal. Es imposible. Y si escribir no es lo tuyo, ¿Qué tal si te grabas en video? ¿Un dibujo? Tal vez, eres muy bueno haciendo diapositivas en PowerPoint. ¿Podrías escribir una oración de gracia? El medio no importa. Lo que importa es que lo hagas.
Lo que he aprendido en este viaje sola y hablando con otros sobre sus pérdidas, es que las Notas de Gracia crean la sensación de estar completos, contentos y calmos. Recuerdo muy bien la última noche donde mi padre seguía vivo. Para entonces, él ya estaba inconsciente y todos se habían ido a la cama. Me senté a su lado con mi mano sobre la de él. Y en esta noche irrepetible, no me preocupé por encontrar las palabras para decirle todo lo que él significaba para mí y esperar a que escuchara lo que tenía que decirle. En vez de eso, pude estar presente en su muerte. Podría afirmar que si ese era su momento para irse, estaba bien. Pude amarlo en presencia y caricias, sabiendo muy bien que mis Notas de Gracia de aquellos años antes habían sido un sincero y absoluto ofrecimiento a su vida bien vivida.
Desde entonces, he sentido muy poca pena. Y lo sé porque le abrí mi corazón antes que de que fuera muy tarde.
Así que espero, profundamente espero, que no conozcan a nadie que esté muriendo. Pero debido a los tiempos que atravesamos, quizás no sea el caso. Independientemente, los animo a que miren a su alrededor. Gente en todos lados ansía ser vista y ser escuchada, por saber que importan. Se mueren por obtener tu Nota de Gracia.
Entonces, ese es mi deseo de muerte. Que vean como su nota, sin importar la forma que tenga, es un oasis en un desierto para la gente que esta sedienta de saber que están haciendo la diferencia. Como dijo mi papá, es mejor a que te pronuncien un elogio fúnebre en el ataúd.
Versión original: Plática TED impartida por Andrea Driessen