El propósito de la salida de Egipto
Tres lecciones fundamentales de la historia de Pésaj.
Pregunta: ¿Cuál fue el propósito del Éxodo de Egipto?
Si respondiste: “Liberar a los israelitas de la esclavitud” o “salvarlos de la opresión y el sufrimiento”, probablemente estarías en compañía del 99% de quienes responden a esta pregunta. Sin embargo, habría una voz disidente muy importante que daría una respuesta muy diferente: la voz de Dios mismo.
El propósito de Dios era crear una relación con el pueblo judío.
En el Shemá, Dios dice: “Yo soy Hashem tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto para ser tu Dios”. El propósito declarado de Dios era establecer una relación con el pueblo judío. “Ustedes serán Mi pueblo, y Yo seré su Dios” (Éxodo 6:7).
Para crear esa relación, antes que nada, Dios tenía que revelarse a Sí mismo. Ese fue el propósito de las diez plagas: “Para que sepan que Yo soy Dios” (Éxodo 8:18). Cada plaga reveló algún aspecto del dominio de Dios. Por ejemplo, la plaga de los piojos, que fue la primera que los hechiceros egipcios no pudieron duplicar, mostró que Dios tenía dominio incluso sobre las creaciones más diminutas. La plaga del granizo, que incluía “fuego ardiente en medio del granizo” (Éxodo 9:24), mostró que, mientras que el panteón pagano tenía un dios diferente para cada fuerza natural, el único Dios de los hebreos controlaba todo, incluso fuerzas opuestas.
La relación que Dios estaba estableciendo con los israelitas era una relación de amor. Por lo tanto, tenía que mostrarles que Él veía y se preocupaba por su sufrimiento. Los israelitas debían sentirse cuidados por Dios. El alivio de su sufrimiento y la libertad de su esclavitud no eran el objetivo del Éxodo, sino una necesidad para el propósito de establecer una relación, el verdadero objetivo del Éxodo.
La mayoría identificamos la esclavitud y liberación de los esclavos negros con la esclavitud y liberación de los antiguos israelitas. De hecho, los propios esclavos negros adoptaron la historia bíblica en sus canciones y rezos. La diferencia es que cuando Abraham Lincoln firmó la Proclama de Emancipación que liberó a los esclavos negros, su propósito era liberarlos de la esclavitud, no forjar una relación con ellos.
En el judaísmo, sin embargo, el mayor bien no es el alivio del sufrimiento, sino la conexión y la relación (que a menudo implican cierto grado de sufrimiento). El propósito de Dios al crear el mundo fue establecer una relación con los seres humanos. Y dado que sólo hay dos estados de existencia, un estado de conexión o un estado de alejamiento, estar conectado con Dios significa estar conectado con tu cónyuge, tus padres, tus hijos, tus amigos y tus vecinos. De acuerdo con el judaísmo, este es el propósito de la vida y también el propósito del Éxodo.
Lección #2: Confiar en Dios
Desde la primera revelación de Dios a Moshé en la zarza ardiente, Él dejó claro que la Redención no sólo implicaba salir de la esclavitud hacia la libertad, sino una reubicación geográfica de Egipto a la Tierra de Israel. Cuando los israelitas estaban a punto de cruzar a la Tierra de Israel, Dios dijo: «Pues la tierra a la cual llegas para tomarla en posesión no es como la tierra de Egipto, de donde han salido, donde sembrabas semilla y la irrigabas a pie como un huerto de hortalizas. Pero la tierra a la que cruzan para tomarla en posesión es una tierra de montes y valles; de la lluvia de los cielos absorbe agua” (Deuteronomio11:10-11).
El río Nilo regaba Egipto y sostenía su agricultura. Elaborados sistemas de irrigación operados con los pies usaban esta fuente de agua confiable para alimentar a la población. La Tierra de Israel, en cambio, depende de la lluvia. Y, como sabe cualquier ávido espectador del canal del clima, la lluvia es impredecible. Cuándo caerá, dónde caerá, cuánta caerá y si caerá en una llovizna suave que la tierra pueda absorber fácilmente o en un torrente que cause estragos… todo esto es impredecible.
La previsibilidad del Nilo confería la ilusión de control. Pero la verdad es que la vida es impredecible. Desde ataques cardíacos y derrames cerebrales hasta caídas en el mercado de valores o accidentes automovilísticos, nadie sabe realmente qué pasará mañana. Admitir la incertidumbre nos lleva a reconocer nuestra total dependencia de Dios, lo que es una verdadera liberación espiritual.
Lección #3: Nunca perder la esperanza
El antiguo Egipto era una superpotencia. Su gobierno totalitario tenía un control absoluto sobre la vida y la muerte de sus habitantes. Nuestros sabios enseñan que ningún esclavo logró escapar nunca de Egipto. Los israelitas vivieron en Egipto durante 210 años. La esclavitud duró 86 años. Comenzó con el genocidio, arrojando a todos los bebés varones al Nilo, y continuó con más de ocho décadas de sádica tortura y opresión. Para cuando Dios se apareció a Moshé en la zarza ardiente, esa generación de israelitas había vivido toda su vida bajo el látigo.
Su única esperanza era que un cambio político, un nuevo régimen, aliviara su carga. Pero cuando el faraón reinante murió y su sucesor resultó ser un tirano igualmente cruel, los israelitas finalmente comprendieron que su única esperanza era Dios, y “clamaron” a Dios en su desesperación.
Si crees en Dios, ninguna situación, diagnostico o amenaza militar está fuera del control de Dios.
De inmediato, Dios respondió apareciéndose ante Moshé y prometiendo la redención. Pero cuando Moshé regresó a Egipto con la noticia de la redención, encontró a un pueblo destrozado y sin esperanza. Nuestros sabios nos enseñan que estaban en el nivel más bajo de impureza espiritual.
Entonces Dios realizó milagros y maravillas, y sólo diez meses después, eran libres. La superpotencia de Egipto quedó reducida a escombros, y los israelitas salieron llevándose consigo las riquezas de Egipto como pago por su servidumbre.
Dios, el Autor de la naturaleza, no está limitado por la naturaleza. Si crees en la autoridad de la naturaleza, estás limitado a la causa y el efecto; pero si crees en Dios, ninguna situación, ningún diagnóstico, ninguna amenaza militar está fuera de Su control. No hay lugar para la desesperanza en un mundo gobernado por Dios. Como dijeron nuestros sabios: “La salvación puede llegar en un abrir y cerrar de ojos”.
Versión original: Aish Latino escrito por Sara Yoheved Rigler
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