La esposa de Rav Twerski le permitió volver a encontrar el amor
El ejemplo de Goldie Twerski nos enseña cómo se puede ayudar a viudas y viudos a seguir adelante con sus vidas.
Como innumerables personas, también yo lamento la pérdida de Rav Abraham J. Twerski, el famoso psiquiatra, autor y descendiente de varias dinastías jasídicas, quien falleció hace poco en Israel a los 90 años. Él me influyó y me ayudó a cambiar, no sólo a través de sus libros, sino también a través de un artículo que tuve el privilegio de escribir sobre él para el Jerusalem Post en 1999.
En las entrevistas fue divertido, inspirador, brillante y humilde. Al repasar el artículo, hubo un punto que me resultó especialmente significativo: «Su esposa de 43 años fue uno de sus pocos confidentes. Decidieron casarse dos días después de conocerse. Al parecer se equilibraban mutuamente. Él tenía los títulos, el genio creativo y la atención pública. Goldie tenía una percepción de las personas que iba más allá de lo que uno puede llegar a deducir de los libros.
«Después del fallecimeinto de Goldie, Rav Twerski encontró por toda la casa notas de ella para sus cuatro hijos diciéndoles que él necesitaba volver a casarse lo antes posible. De hecho, Goldie incluso sugirió varias candidatas».
Ese acto de amor generoso y altruista era algo típico de su primera esposa, quien falleció de cáncer en 1995. «Me pareció algo que Goldie hubiera hecho», dijo Lea M., una amiga y nativa de Pittsburgh, donde Rav Twerski se formó como psiquiatra y donde fundó en 1972 el Centro de Rehabilitación Gateway para alcohólicos y drogadictos.
Ayudar al esposo sobreviviente y a los hijos
Lea, una shadjanit (casamentera) veterana en el sitio web de citas Saw You at Sinai, ayuda a viudas y viudos a seguir adelante con sus vidas. Ella afirma que los padres deben compartir sus deseos con sus hijos, tal como lo hizo Goldie Twerski.
«Uno no le hace ningún favor a sus hijos al no compartir esta información, ya sea sobre volver a casarse, testamentos en vida, directivas para el funeral u otros temas sensibles», dice Lea.
Ella agrega que hacerlo puede ayudar a que muchas decisiones difíciles sean más soportables para los hijos y el esposo sobreviviente. «A veces les evita la necesidad de tener que suponer lo que la persona hubiera deseado, y disminuye la culpa y el duelo. Coloca a todos en la misma página».
Lea encuentra a muchas viudas y viudos que una vez estuvieron felizmente casados y que luego enfrentan una soledad abrumadora. De acuerdo con la shadjanit, para los hombres es todavía más difícil que para las mujeres.
Malka, una maestra de Maryland, está de acuerdo. Ella perdió a su primer marido después de 40 años de matrimonio. «Cada vez que visitaba a mi suegra, ella me decía: ‘Debes volver a casarte’. Yo le respondía: ‘Mamá, no voy a volver a encontrar a Iaajov’. Y ella me decía: ‘No, no lo encontrarás. Pero hallarás otra persona que también es maravillosa'».
Malka le hizo caso. Unos años más tarde conoció a Shimshon, quien había enviudad poco tiempo antes. «Para un hombre es mucho más difícil estar solo. Él les dijo a sus hijos que se iba a volver a casar. Les dijo: ‘Quiero volver a traer el Shabat a mi casa’. Una mujer sigue haciendo Shabat en su hogar».
Cuando Malka se encontró por primera vez con el hijo adulto de Shimshon, él le dijo: «Puedo ver que eres buena para mi padre». Ese voto de confianza la emocionó profundamente y la ayudó a sentir que la relación podía funcionar.
La pareja se casó hace cuatro años y no sólo disfruta del Shabat y de las festividades judías, sino también de una gran familia unida con hijos y nietos.
Permitido por las circunstancias de la vida
Por supuesto, hay muchas variables que entran en juego al alentar a viudas y viudos a volver a encontrar el amor. «No es algo simple», señala Shalom Abraham, un médico de Georgia que perdió a su esposa de 20 años cuando sus hijas tenían 6 y 8 años. «Pedirles a hijos adultos que alienten al padre es una cosa. Pedírselo a niños pequeños es completamente diferente».
Las niñas luchaban por la atención de su único padre sobreviviente, y necesitaban que les diera tranquilidad y seguridad. La entrada de un tercero, como una novia, hacía todo todavía más difícil. «Con los años eso cambió. Cuando crecieron y se fueron a la universidad, fue una historia diferente. Ya no había competencia. Ahora quieren que encuentre a alguien para que no esté solo».
Los amigos bien intencionados también pueden brindar apoyo, pero tienen que ver que sea el momento indicado. Malka cuenta que dos semanas después de que falleciera su primer marido, una vecina llamó a la puerta e insistió: «Te buscaremos a alguien». Malka sabía que la mujer trataba de ayudarla, pero ella no quería a «alguien», quería de vuelta a su marido.
«Todo el mundo debe ser respetuoso respecto a cuándo la persona desea comenzar a tener citas», enfatiza Malka.
Cuando el momento parece propicio, los amigos deben tener los ojos abiertos a las posibilidades. Lea, quien presentó a muchas parejas, dice que no importa si la sugerencia fracasa. «Eso te muestra que hay alguien que sabe que estás solo, que eres una buena persona que desea encontrar otra buena persona. ¿Qué daño puede haber en preguntar?».
Después de perder a Goldie, Rav Twerski conoció a su segunda esposa, la Dra. Gail Bessler Twerski, en una convención de psicoterapeutas judíos ortodoxos hace más de veinte años. Ellos unieron sus familias, incluyendo hijos, nietos y decenas de bisnietos.
En una oportunidad, Rav Twerski escribió esta prescripción respecto al matrimonio: «El secreto de la paz en el hogar es tener conciencia de que el marido y la mujer no son dos individuos diferentes que viven en una relación contractual, sino que son una unidad. Si se aman mutuamente, también se aman a sí mismos, y si se respetan mutuamente, también se respetan a sí mismos». (Growing Each Day, Artscroll Mesorah Publications, Brooklyn, 1992).
Versión original: Aish Latino escrito por Ronda Robinson