Mi abuelo nazi no fue un héroe
Los patriotas lituanos dicen que en verdad mi abuelo no deseaba matar judíos, sino que lo obligaron a hacerlo. Yo creo que ellos se niegan a reconocer la verdad.
La firma de mi abuelo aparece en un documento del 22 de agosto de 1941 que envió a miles de judíos y medio-judíos a un gueto en Žagarė. El documento declara: “Los judíos residentes en todos los distritos y pueblos secundarios deben ser removidos a la ciudad de Žagarė, desde el 25 al 29 de este mes”. En Iom Kipur, todos los judíos fueron asesinados.
Este documento ha estado disponible durante 80 años en los archivos de Siauliai. Sin embargo, de acuerdo con el árbitro oficial de la historia del gobierno lituano, el Centro de Investigación y de Resistencia al Genocidio, ese documento no sirve como prueba de que Jonas Noreika participara en el Holocausto. No importa que él fuera el jefe del distrito de Siauliai entre 1941 y 1943, durante la ocupación nazi, que su nombre figura en 70 documentos relativos al Holocausto en el distrito de Siauliai, que tenía el cargo más alto que un lituano podría tener bajo los nazis en esa época, ni que bajo su vigilancia los nazis y sus colaboradores lituanos asesinaran entre 8.000 y 15.000 judíos.
No importa que él era un abogado, un capitán en el ejército, que regularmente escribía artículos, una novela e incluso ganó un premio literario. De acuerdo con el gobierno, mi abuelo simplemente no entendía lo que estaba pasando. Debe ser considerado inocente hasta que se demuestre que es culpable. De acuerdo con el gobierno de Lituania, para establecer su culpa deberían haberlo juzgado durante su vida, algo que no se aplica a quienes cometieron crímenes en contra de los lituanos.
Cuando entrevisté a la directora previa sobre este documento, ella me dijo: “Es difícil saber lo que él (Noreika) estaba pensando”. El documento lleva su firma, pero ella intenta excusar que su nombre figure en esta orden declarando que no puede leer su mente. Su justificación es la misma que suelo oír de los lituanos ultra-patriotas: «no es posible que él realmente quisiera asesinar judíos; debe haber sido forzado a hacerlo. En su corazón, él amaba a los judíos e intentó salvarlos». Pero, obviamente, no hay evidencia alguna respecto a cómo intentó ayudarlos ni nombres de judíos que haya rescatado.
Lo habían designado para ese cargo y podría haberlo dejado en cualquier momento. Él y su familia vivían en la mejor casa de Siauliai y cada mes recibía de los nazis unos 1.000 marcos imperiales. Eso no suena demasiado a que fue «forzado» y se parece más a recibir beneficios de un impulso ambicioso por llegar a la cima.
Si alguien acusa a los lituanos de asesinar judíos, eso es una ofensa al honor, al orgullo y al ego de la nación. Automáticamente levantamos el escudo protector de la negación y decimos: “¡No, no fuimos nosotros! Fueron los nazis, sólo los alemanes son responsables”. O de forma un poco contradictoria declaramos: “Bueno, los judíos eran comunistas y eran nuestros enemigos. ¡Se lo merecían!” (Obviamente ignoramos que había muchos más lituanos que judíos comunistas). O también nos contradecimos afirmando: “Los nazis nos obligaron a hacerlo. Si no hubiéramos asesinado a los judíos, los nazis nos habrían matado también a nosotros”. La evidencia prueba que esta afirmación es falsa.
Al escribir mis memorias durante los últimos 20 años, descubrí que siempre hubo controversia respecto a mi abuelo, desde mucho tiempo antes de que yo naciera. Esa controversia fue negada o enterrada para proteger la reputación de la nación, pero a pesar de las mejores intenciones de todos para hacer invisible su rol en el Holocausto, la controversia prevalecerá.
La escuela Jonas Noreika
En 1995, la escuela de Šukioniai, en las afueras de Siauliai, fue nombrada en honor a mi abuelo. Cuando visité la escuela en octubre del 2000, el director me dijo que había controversia respecta a nombrar la escuela en honor a Jonas Noreika porque había sido acusado de asesinar judíos. Fue la primera vez que oía eso y casi me desmayé del shock.
Años más tarde, revisando el archivo de mi madre, encontré una editorial de 1995 respecto a nombrar la escuela en honor a mi abuelo. Estaba escrita por Aldona Veruitienė y afirmaba que la gente no temía el recuerdo del general Vetra, sino su propio recuerdo… sus políticos y sus líderes.
Entonces descubrí que no sólo los judíos se oponían a que la escuela recibiera su nombre, sino también los maestros lituanos de la escuela. Ellos estaban dispuestos a enfrentar lo que él había hecho durante el Holocausto, pero no estaban dispuestos a enfrentar la negación de los políticos sobre lo que él había hecho.
El artículo explicaba que en una reunión oficial de la ciudad en 1995, el presidente del consejo de educación dijo que la escuela aceptaba demasiada responsabilidad al inmortalizar el nombre de Noreika, especialmente porque su polémico pasado no había sido completamente aclarado por los historiadores.
El líder del consejo de agricultura del pueblo estuvo de acuerdo. A él le preocupaba particularmente el rol de Noreika durante la ocupación alemana, en especial el perturbador hecho de que estuvo involucrado en ayudar a organizar el gueto judío. El artículo continuaba diciendo que la reunión se volvió tan intensa que debieron posponerla para el día siguiente.
Allí fue cuando el presidente de los prisioneros políticos y exiliados de Siauliai habló durante una hora en defensa de Noreika. Los maestros de la escuela lo escucharon educadamente, pero se mantuvieron en contra. Para apaciguar a los defensores de mi abuelo, sugirieron que en cambio colocaran un monumento en el lugar donde había crecido y no en la escuela donde se enseñaría a los niños.
El responsable del área cultural del pueblo respondió que no quedaba nada de la casa de Noreika, y que el único edificio importante del pueblo era la escuela.
Sin embargo, concedió que nunca había presenciado una discusión tan feroz de los habitantes del lugar respecto al nombre de un edificio.
Uno de los maestros de la escuela declaró proféticamente a los políticos: “Nosotros nos quedaremos con esta placa conmemoratoria… Ustedes sólo vendrán de visita y partirán”.
A pesar de todas estas dudas, la escuela fue nombrada en honor a mi abuelo y, en típica exuberancia lituana hacia sus héroes, los políticos decidieron que debían colocar otraplaca conmemorativa en el lugar donde creció Noreika.
Saquen el nombre de mi abuelo del edificio de la escuela
Durante mi viaje de investigación en Lituania en el verano del 2013, conocí en Kaunas a un poeta, Aleksandras Bosas. Él había analizado la tormenta que rodeaba a mi abuelo y me aconsejó visitar la escuela y pedirles que sacaran el nombre de mi abuelo del edificio porque eso convertía a la escuela en una burla, una vergüenza para todo el país y provocaba que todos los lituanos fueran vistos como cerdos. Él era un poeta que no medía sus palabras.
Seis años después envié una petición para cambiar el nombre de la escuela, pero no sirvió de nada. Mi abuelo había sido declarado un héroe por el árbitro de la historia oficial del país y no había nada que se pudiera hacer. Si tan sólo hubieran actuado con verdad y decencia; si tan sólo el Centro del Genocidio del gobierno lituano no hubiera jugado un papel eludiendo una mirada sincera al rol de Lituania en el Holocausto; si tan sólo verdad y la razón hubieran prevalecido; si tan solo las cinco cortes en Lituania no hubieran aceptado la farsa; si tan sólo el fiscal público de Lituania no hubiera protegido a los negadores del Holocausto de sus propios crímenes; si tan sólo mi abuelo no hubiera sido un arquitecto del genocidio; si tan sólo el Holocausto no hubiera ocurrido en Lituania dejando a 200.000 judíos enterrados en 200 fosas a lo largo de su territorio.
En Mi Abuelo: El General Storm ¿Héroe o criminal nazi? analizo cómo Lituania ha manipulado el Holocausto durante los últimos 80 años: racionalizando que mi abuelo no entendía los documentos que firmó; desestimando el testimonio de un testigo que trabajó para mi abuelo y que declaró que Jonas Noreika ordenó el asesinato de 2.000 judíos en Plunge; cuestionado la veracidad de los sobrevivientes judíos que acusaron a los lituanos de asesinar judíos y apegándose firmemente a la narrativa de que todo fue culpa de los nazis y no hay nada más que hablar.
Versión original: Aish Latino escrito por Silvia Foti