Por qué es tan importante cumplir tu palabra
No digas nada que no vayas a cumplir, y cumple todo lo que digas. Esa es la base para la integridad.
Muchas personas son muy descuidadas respecto a sus palabras. En consecuencia, con frecuencia hacen promesas sin ninguna intención real de cumplirlas. «Vayamos a almorzar». «Te llamo». «Seguiremos en contacto».
Parecen comentarios sin consecuencias, muy lejos de ser promesas significativas. Sin embargo, si decimos cosas sin tener la intención de cumplirlas, si no es exacto ni verdadero, o si no planeamos hacerlo… ¿qué es lo que eso dice sobre el valor de nuestras palabras en general?
En el Libro de Deuteronomio dice: «Debes cumplir lo que sale de tus labios». El Talmud interpreta las palabras «tus labios» como alguien que promete dar caridad y determina que esa promesa tiene un estatus similar a un juramento que debe cumplirse. La persona que hace una promesa de dar caridad y después no la cumple, ha transgredido una prohibición de la Torá.
Muchos comentaristas nos alientan a entender este versículo no como algo limitado a los compromisos de caridad, sino como una directiva general de ser extremadamente cuidadosos de cumplir nuestras promesas, cumplir nuestras palabras, ser veraces y honestos con lo que sale de nuestros labios.
Ten cuidado con lo que sale de tus labios. No digas nada que no vayas a cumplir. Y cumple todo lo que digas. Tu palabra debe obligarte. Cuando no es así, cuando no llamas, cuando nunca respondes, cuando me dejas esperando o niegas tu compromiso, ¿cómo se supone que puedo creer o confiar en ti en el futuro?
Friedrich Nietzsche lo expresó muy bien: «No estoy molesto porque me mentiste. Estoy molesto porque a partir de este momento ya no puedo creerte».
En su libro 7 hábitos de la gente altamente efectiva, Stephen Covey escribió: «La integridad incluye la honestidad, pero va todavía más allá. Honestidad es… adecuar nuestras palabras a la realidad. En otras palabras, cumplir nuestras promesas y satisfacer las expectativas que creamos. Esto requiere una integridad de carácter, una unicidad principalmente con uno mismo, pero también con la vida».
¿Tu palabra te obliga a actuar? ¿Qué deseas que piensen de ti? ¿Tú esperas a la otra persona o siempre todo el mundo tiene que esperarte? Si dices que vas a estar en cierto lugar en determinado momento, eso no debe tomarse como un comentario al paso, sino que tiene implícita una promesa, un compromiso. Llegar más tarde, dejar a alguien esperándote, no es lindo ni «peculiar», no es un mal hábito ni una idiosincrasia, es grosero, insensible y, en definitiva, implica que no eres sincero ni confiable. Rompiste una promesa.
Si dices que vas a llamar a alguien o hacer algo, desarrolla un sistema para recordártelo, prográmalo, lleva una lista de cosas por hacer, fija un recordatorio. Hazlo. Si no lo haces, no eres distraído ni «tienes buenas intenciones». Haz roto una promesa, tu palabra carece de valor.
Si dices que vas a hacer algo, hazlo, no sólo por los demás sino por ti mismo. Sé honesto. Sé confiable. No digas nada que no quieras decir o que no planees cumplir.
Si honramos nuestras palabras, seremos honorables y nos ganaremos el respeto de los demás.
Versión original: Aish Latino escrito Rav Efrem Goldberg