Una mujer madura. Artículo de Kol Hanisayón
Dicen que, a cierta edad, las mujeres nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina, y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años jóvenes.
Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora; nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi vida.
Descubrí que no soy una princesa de cuento de hadas; descubrí al ser humano que sencillamente soy con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás.
Y, a pesar de ello, quererme mucho.
Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui en el pasado, sonrío a la que soy HOY…
Me alegro del camino andado, y asumo mis contradicciones.
Siento que debo saludar, a la joven que fui, con cariño, pero dejarla a un lado, porque ahora me estorba. Su mundo de ilusiones y fantasía ya no me interesa.
¡Qué bien no sentir ese desasosiego permanente que produce correr tras los sueños!
La vida es tan corta y el oficio de vivirla es tan difícil, que cuando uno comienza a aprenderlo, ya hay que morirse.
Soy una mujer madura por que sé actuar con dignidad, me siento hermosa por dentro y por fuera, tomo las riendas de mi vida, y sé adaptarme a los cambios.
Mis arrugas sólo me recuerdan las experiencias vividas, mis risas y sueños cumplidos.
No soy tan joven pero si más bella, no escondo mi edad, aparento tantos…, y en realidad los tengo.
Estoy contenta en mi propia piel, me gustan mis años, estoy orgullosa de haber llegado a la madurez, la mitad de ellos bien vividos y la otra mitad bien sufridos.
Y, así exactamente está el encanto de mi edad.
Conocí de todo un poco, lágrimas y sonrisas y ambas me hicieron ser esta persona que soy hoy.
Quedan arrugas en el rostro pero no en mi alma y así también las sonrisas.
¿Pero sabes cuáles son mis arrugas más bonitas?
Son aquellas marcas de expresión que Yo adquirí por reír aun cuando mi corazón lloraba.
Por eso digo, toda edad tiene su encanto, pues la madurez no te hace menos valiosa.
Y mientras más pasan los años, más experiencia tengo, ya no me entusiasmó con palabras sino con hechos.
La madurez no es más que una etapa parte de la vida de todo ser humano.
¡VIVE TU EDAD EN PLENITUD Y SE FELIZ SIEMPRE!
Recopilado de Facebook @BeBeAyamor Página oficial
Comentario (1)
Hermoso. Es vivir con dignidad cada etaoa de la vida.
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