¿Por qué dormimos? Una perspectiva metafísica judía
Cada noche tu alma parte, asciende y regresa transformada. Descubre el misterio de por qué Dios nos diseñó para estar inconscientes durante un tercio de nuestras vidas.
¿Por qué dormimos?
Desde un punto de vista médico, podemos hablar de descanso, restauración, consolidación de la memoria o ritmos circadianos. Pero nada de eso responde del todo a la pregunta más profunda: ¿Por qué Dios nos diseñó para estar inconscientes durante un tercio de nuestra existencia? ¿No podríamos haber sido creados un poco más eficientes?
El judaísmo sugiere algo radicalmente diferente. El sueño no es sólo una necesidad biológica. Es una invitación espiritual.
Una mini muerte y un renacimiento diario
En el pensamiento judío, el sueño a menudo es llamado “una sesentava parte de la muerte”,(1) porque cuando dormimos ocurre algo profundo: el alma deja parcialmente el cuerpo.
De acuerdo con las fuentes cabalísticas (las enseñanzas místicas judías), el alma consciente (la parte que piensa, elige y lucha) asciende a planos espirituales más elevados durante el sueño.(2) Lo que queda atrás es el cuerpo, aun respirando y latiendo, pero en reposo. En ese estado vulnerable, el alma se desconecta del ruido del mundo, se comunica con algo superior y regresa… cambiada.
Durante el sueño, el alma consciente asciende a los planos espirituales superiores y recibe un reinicio espiritual.
Es como un reseteo nocturno. Un reinicio espiritual.
Cada mañana, la práctica judía tradicional comienza con una breve bendición llamada Modé Aní —“Te agradezco”, expresando gratitud a Dios por devolvernos el alma.(3) No es sólo: “Gracias por despertarme”, sino: “Gracias por devolverme a mí mismo”.
Porque según el judaísmo, el sueño no se trata sólo de descanso, sino de renovación.
Tu alma tiene un trabajo nocturno
Mientras dormimos, el alma puede hacer lo que no logra en medio del ajetreo diario: elevarse. La Cábala enseña que el alma asciende a un plano donde recibe claridad, sanación e inspiración.(4) Allí se reconecta con su fuente, sin la carga de correos electrónicos, tráfico o crisis existenciales.
Por eso a veces despertamos con una inspiración repentina. O con calma tras la ansiedad. O con una intuición clara sobre lo que debemos hacer.
También por eso el insomnio resulta tan doloroso. No sólo porque estamos cansados, sino porque el alma se siente atrapada. Encerrada en el ruido, incapaz de recargarse.
Por eso el judaísmo no lo ve como tiempo desperdiciado, sino como un acto de fe.
Cada noche nos rendimos. Cedemos el control y admitimos que no estamos a cargo del mundo, confiando en que Otro sí lo está.
El Talmud dice que incluso el rey David (el guerrero-poeta bíblico), que apenas dormía dos horas por noche, se aseguraba de descansar.(5) Porque él sabía que no se trataba de pereza, sino de humildad.
La almohada de Iaakov y el secreto del sueño
La primera vez que aparece el sueño en la Torá es en la historia del patriarca Iaakov.(6) Está solo en el desierto, con una roca como almohada. Se acuesta a dormir y tiene su famoso sueño de la escalera que llegaba de la Tierra al Cielo, con ángeles que subían y bajaban.(7)
El sueño despoja al ego. Es cuando dejamos de intentar hacer… y empezamos a aprender a ser.
Pero la Torá usa una expresión extraña: Vaifgá bamakom —literalmente, “chocó con el lugar”. Los sabios explican que Iaakov no sólo encontró un sitio para dormir, sino que él se encontró con El Lugar —una metáfora de Dios mismo, que también es llamado El Lugar, expresando la idea de que Dios es el lugar del universo, y no al revés.(8)
En ese momento de agotamiento, Iaakov se encontró con lo Divino, experimentando una de las mayores visiones espirituales de la historia. ¿Por qué? Porque el sueño despoja al ego. Es cuando dejamos de tratar de hacer y empezamos a aprender a ser.
Ese es el secreto del sueño. Es donde chocamos con algo más profundo.
El mundo moderno nunca duerme
Pero aquí está el problema: hoy el sueño está roto.
Nos atiborramos de películas, desplazamos la pantalla, tomamos cafeína, nos estresamos. Luego nos acostamos y nos preguntamos por qué nada funciona.
Desde un enfoque espiritual, el insomnio suele ser un desajuste entre el alma y el cuerpo. Algo dentro de nosotros no se siente seguro para soltar. A veces es una emoción no resuelta. A veces un trauma. A veces una ansiedad existencial profunda sobre quiénes somos y qué estamos haciendo.
Pero la solución no es sólo melatonina o ruido blanco. Es un realineamiento.
El judaísmo enseña que un buen sueño empieza mucho antes de apoyar la cabeza en la almohada. Se trata de cómo vives, cómo te sientes y cómo te relacionas con tu mundo interior.
Dos consejos inspirados en el judaísmo para dormir mejor
1. Termina el día con intención
En la tradición judía, no sólo caemos en la cama, sino que bajamos el ritmo y hacemos un cierre espiritual. La plegaria del Shemá antes de dormir (Deuteronomio 6:4) es más que un ritual. Es una limpieza emocional. Perdonas a los demás. Cierras el día. Le dices a tu alma: “Ahora estás a salvo. Sube alto”.(9)
Incluso si no eres religioso, tómate dos minutos antes de dormir. Reflexiona sobre lo que salió bien. Suelta lo que salió mal. Ofrécete a ti mismo compasión. Este pequeño acto puede decirle a tu sistema nervioso: está bien soltar.
2. Trata el sueño como sagrado
El judaísmo considera que el cuerpo es santo, y eso incluye su necesidad de descanso. No veas el sueño como una molestia, sino como una mitzvá. Crea un santuario para dormir: oscuro, silencioso, sin dispositivos. No porque lo diga un gurú, sino porque tu alma lo merece.
No eres sólo un cuerpo que necesita desplomarse. Eres un alma que necesita elevarse.
Un pensamiento final
Vivimos en un mundo que glorifica el ajetreo. El sueño se ve como debilidad. Como pérdida de tiempo. Como algo secundario.
Pero en el judaísmo, el sueño es una fuerza oculta. Es donde ocurre la sanación. Donde se revelan direcciones. Y donde la fe se pone a prueba, no en nuestra productividad, sino en nuestra disposición a hacer una pausa.
Esta noche no sólo vayas a dormir. Permítete regresar. Porque en el silencio de la noche, algo eterno te está esperando.
Versión original: Aish Latino escrito por Doron Lazarus
