¿Cómo prevenir el suicidio en los mayores?
El suicidio es uno de los grandes problemas en salud mental, no sólo por su prevalencia, sino por su impacto. En relación a su frecuencia, los fallecimientos por su causa representan más de 700.000 muertes al año en todo el mundo. En el grupo de edad entre los 15 y los 29 años, supone la segunda causa de muerte a nivel mundial y, en países como España, la primera. En personas mayores de 65 años, el suicidio no es de las principales causas de muerte, porque lo son otras enfermedades habituales a esta edad como trastornos cardiovasculares o cáncer, pero es el período de edad en que el suicidio es más frecuente, por las causas que luego analizaremos.
Coste económico y social
El coste económico y social de éste es enorme. La suma de costes directos e indirectos del suicidio supone una pérdida anual de 150 mil millones de euros solo en Europa. Y, concretamente, el coste económico para el sistema sanitario por cada paciente con intento de suicidio que recibe tratamiento oscila entre 300 y 1.000 euros al año.
Pero, sin duda, lo más importante es el devastador impacto psicológico del suicidio sobre todo para las familias, pero también para los profesionales sanitarios que les tratan y para las comunidades y sociedades en general.
El factor de riesgo más importante de muerte por suicidio es el haber realizado un intento de suicidio previo: el 20% de las personas que intentan suicidarse presentan un intento posterior. Y, junto a la población que consigue suicidarse, existe un grupo mucho mayor de personas que lo intentan y sobre la que habría que actuar: por cada muerte por suicidio se produjeron 20 intentos previos. El otro gran factor al que va asociado el suicidio son los trastornos mentales, especialmente la depresión, pero también el trastorno bipolar, el consumo de alcohol y sustancias o la esquizofrenia.
En mayores
El suicidio en personas mayores muestra características diferentes al resto de la población general. Ellos no hacen, prioritariamente, intentos de suicidio, como los jóvenes, sino que consuman el suicidio. Por eso no usan ingesta de medicación, como suele ocurrir en adolescentes, sino métodos muy letales como armas de fuego, defenestración o pesticidas en el medio rural. También los desencadenantes son muy diferentes: un factor importante es el dolor crónico y las enfermedades incapacitantes, que convencen al individuo que no vale la pena vivir. Pero, el factor más relevante como inductor del suicidio en seniors es la soledad. La falta de contactos con otras personas, de apoyo social familiar, de amistades que muchas veces ya han fallecido, es el principal desencadenante, y su prevención debería ser prioritario para las autoridades sociosanitarias.
El fracaso de la ciencia
A pesar de los esfuerzos preventivos no se ha conseguido una reducción significativa del número de sucicidios, lo cual es un fracaso de la ciencia. Mientras que en los últimos 50 años se ha conseguido disminuir las muertes relacionadas con el cáncer, el sida, el ictus, las cardiopatías y casi cualquier enfermedad conocida, las muertes por suicidio no sólo no han disminuido, sino que siguen aumentando en todo el mundo a pesar de los diversos abordajes utilizados. ¿Cuál es la razón? Hay múltiples, pero quizá las más relevantes son:
- Las intervenciones dirigidas a reducir el riesgo de suicidio dependen de la identificación eficaz de los pacientes de alto riesgo. Aunque se conocen múltiples de estos factores como la herencia, trastornos mentales, traumas infantiles o marcadores biológicos, entre otros, no se ha conseguido desarrollar algoritmos que predigan el riesgo con suficiente precisión.
- Además, la mayoría de estos factores de riesgo están relacionados con suicidio a largo plazo, décadas después, pero lo que se necesita para poder actuar con éxito son predictores de riesgo en un plazo de días o semanas como máximo.
- Por último, y aunque parezca increíble, es difícil desarrollar criterios operativos para definir la conducta suicida, y muchos estudios usan criterios heterogéneos.
En suma, pese a que el suicidio es un área de la salud mental especialmente relevante y de gran impacto socioeconómico, y en el que se ha invertido mucho dinero para su prevención, todavía queda un largo trecho para poder desarrollar estrategias terapéuticas y preventivas satisfactorias que consigan controlar esta plaga de las sociedades modernas. Sin embargo, y en el caso concreto de los mayores de 65 años, intervenciones sociosanitarias dirigidas a paliar la sensación de soledad de las personas de este grupo de edad, se considera que podrían producir resultados eficaces en su prevención.
Versión original: 65 y más escrito por Dr. Javier García Campayo